lunes, 9 de junio de 2008

Palabras por decir


Mamá se empeñaba en que no olvidara la bufanda en el perchero. Cada mañana le repetía lo mismo: "Jorge coge la bufanda, que te vas a enfriar" No era lo que decía, sino lo que callaba. En esa frase también se decía "cuidate, no riñas con los niños, portate bien, no hables mal al profesor, no te preocupes que te espero en casa". Para Jorge todas esas palabras sin pronunciar eran más importantes que las dichas. Por eso él no decía nada, se limitaba a liarse torpemente la bufanda. Pero en este juego de brazos alrededor de la cabeza se decía: "Mamá me portaré bien, intentaré no causar más problemas, seré educado, y espero verte a la vuelta".

Se trataba de un diálogo donde las palabras se limitaban a gestos y miradas donde todo tenía lugar, incluso esas cosas para las que el diccionario no ha otorgado unas letras y un sonido.

Jorge volvió cada mediodía, donde Mamá le esperaba con la mesa puesta.

Siempre fue así, y cuando llegaba la primavera Mamá compró una gorra roja, y cada mañana le decía: "Jorge coge la gorra, que con este sol te dolerá la cabeza", pero las palabras que no salían de su boca eran las mismas. Y él, docilmente se colocaba la gorra, con las mismas palabras de siempre, esas que se guardaba.

Cuando llegaron las vacaciones Jorge no tenía porque marcharse cada mañana. Tras una semana de desayunos silenciosos el niño habló: "Mamá, ¿porque callamos más de lo que decimos?". Mamá se quedó un momento pensando y respondió:" Porque cuando hay complicidad con una mirada o un gesto basta, las palabras estorban". Jorge miró a Mamá a los ojos, y sin abrir la boca dijo: "Gracias por quererme"

2 comentarios:

gelu_wolf dijo...

Escribes mucho tú a media noche, eh? jejeje

muy bonito el texto. Y buena moraleja.. aunque las miradas como las palabras pueden ser engañosas.

Alicia AK dijo...

Es cierto, lo más importante es lo que se dice ain palabras. Besos, guapa, tengo ganas de hablar contigo, en persona 8-)