lunes, 26 de mayo de 2008

PASEO TRASNOCHADO


Era de noche y caminaba sin prestar atención a los detalles que la ciudad dormida le ofrecía. Caminaba con fuerza y rapidez, sintiendo cómo los pasos le acompañaban en ese paseo trasnochado. En su estado de tristeza cualquier cosa pasa por alto, pero no todo es cualquier cosa.
Se fijó en ella porque la farola iluminaba sus piernas desnudas. Se trataba de una chica joven, no más de veinte años, que lloraba silenciosamente sentada en la acera. Al mirar su cara pudo ver el rostro más triste que pudiera imaginar. No se trataba de las lágrimas, ni las ojeras bajo sus ojos, ni sus labios despellejados. Parecía que su rostro desaparecía, y poder definir su belleza resultaba imposible.
Sin pensar se agachó hasta estar a su altura, pasó su brazo izquierdo debajo del brazo de ella, y luego el derecho por debajo de sus rodillas. Con un impulso la elevó, y sorprendiéndose por su poco peso continuó su paseo trasnochado con la chica en brazos.
Ella ni siquiera le trasmitía calor.
Cuando comenzó a amanecer la llevó hasta su casa, sin mediar palabra, sin mostrar desconfianza, sin poner resistencia.
La metió en la cama, la desnudó, y luego se quitó la ropa él. Finalmente la abrazó para quedarse dormido.
Al despertar ella no estaba, pero lo más curioso es que no parecía que nadie hubiera estado en esa casa. El lado de la cama en el que ella había dormido estaba intacto. Deambuló por la casa en busca de algo nuevo. Y lo encontró en el salón. Una nota:


"Tu solo me has metido en tu vida, pero al abrazarme me di cuenta de que debía darte otra oportunidad, aún conservas la esperanza aunque no lo sepas. No seas tonto y sonríe, que la próxima vez no me iré por voluntad propia, y tú no podrás echarme. No lo olvides.
Soledad."

1 comentario:

Beelzenef dijo...

Me gustan los paseos trasnochados, que dejan pequeños toques de atención para no quedarnos totalmente solos.

Salu2!