miércoles, 23 de abril de 2008

Para mi duende.


Esta imagen y este relato es para tí, Kuki, o Cookie, como prefieras.

Al ver tu actualización de hoy los recuerdos me vinieron a visitar, como hacen tan a menudo, por que a los buenos amigos no se les deja de recordar. Me acordé del bocadillo de chopped o salami o mortadela, lo que quieras dentro, porque yo me quedo con el pan, tu ya sabes que de nuestro bocadillo me quedo con el pan, y si he de elegir me quedo con el de abajo, el primero.

Porque aunque nuestra amistad se ya lleve cinco años, el primero fue el mejor. Vernos todos los días, sentarnos juntos, aquella excursión a Mérida escuchando a Mago de Oz en el camino, largas explicaciones sobre cómo jugar a los Warhamers (que sepas que cada vez que paso por la tienda de esos bichillos sonrío para mí), mil cosas.

Nunca te agradecí que fueras tan comprensivo conmigo cuando no sabía cual era mi acera, fuiste el mismo en todo momento, y eso es algo que a veces, ni los mejores amigos pueden hacer.

Los momentos Charo los dejaremos para otro día, ¿pero te acuerdas de Gibrán?, joo, ese si que era un autentico gilipollas de pies a cabeza, arrrrggg.

Muy a menudo me acuerdo de ese examen final con Encarna, la de lengua, que tu habías escrito en un folio con pilot rojo (que aún conservo al igual que el boli con material de balón de baloncesto) todas las chuletas, y cómo con tu enorme pie me la pasabas para adelante para que las leyera, y así copiar yo también, ¿no lo recuerdas? Que el examen duró dos dias, y el segundo apareció la bruja mala del este, también llamada Charo y nos separó...maldita pécora amargada...

Y esos calzoncillos!!! Jeje, que me dio más verguenza dártelos que comprarlos en Tipo, donde el hombre me miraba con cara rara. Jeje, pero si hay algo que no olvidaré fue el abrazo con el que me agradeciste, fue tan Kuki. Era el último día, y la policia fue a la puerta de la Giraldilla, y a Luis a Álvaro y a mí nos pidieron los datos, de mí se olvidaron pero Álvaro las tuvo. Me puse super nerviosa, y al rato volvimos para la Laboral, testigo de tantos momentos, y recuerdo con total claridad nuestra despedida, pocas me dolieron tanto como aquella, de alguna manera sabía que nada sería igual después de aquello. Y tus últimas palabras fueron: Un beso, adios, cuidaté. Cómo ese Requiém, la única canción que escucho por voluntad propia de Mago de Oz en mis momentos de nostalgia.

Cierto, nada volvió a ser igual, pero tampoco estuvo mal, lo hemos sabido hacer bien.

Ahora lo recuerdo, te lo digo, para que quede constancia, el otro día, releyendo viejas agendas, una de mis medicinas para no caer, había cierta deuda pendiente, te debo un helado, olvidé la apuesta, el motivo, pero la próxima vez que te vea lo cumplo, que aún no lo hice.

Si soy sincera quiero verte pronto, de verdad, para que me des un abrazo de esos tuyos, que son geniales, ahí muestras toda esa ternura escondida en esa fachada de chico duro. Además hueles bien, es algo que no olvido tampoco, pero no ese olor de cierta colonia, si no el tuyo, recordarlo me hace sentir el peso de las dos trenzas a cada lado de la cabeza, unas piernas de colores y un poncho de lana. Esos tiempos que no volveran.

Si hay un momento que te tengo que echar en cara por no estar allí fue en el viaje a Italia, de haber venido te lo hubieras pasado genial, y habría podido compartir contigo mis momentos de arte, y también la diversión de por las noches. Pero bueno, eso es pedir demasiado. Aunque la Paranoia estuvo genial, y por la noche mucho mejor.

Creo que voy a ir parando, tantos recuerdos me ponen tristona, y escribir llorando es algo que me sigue costando un poco. Por último te recordaré aquel momento en el que leiste algo mío, de aquellas pseudopoesias que solía escribir, en la que hablaba del alma, y tú me preguntabas cómo podía escribir sobre algo así, algo que resulta tan abstracto. Creo que no volví a escribir sobre el alma, pero sé que en ella hay un hueco dedicado a tí, por todos esos momentos.

Sólo decirte que la galleta le falta un mordisco, se lo dí yo, espero que no te importe, un beso grande para mi galleta favorita.

No lo firma Basileía, ni Irie Olvia, lo hace Martyta.


1 comentario:

Zorrofuego dijo...

Dios, hay cosas que no me acordaba, pero bueno, siempre viene bien refrescar la memoria y sacar a la superficie esos recuerdos. Me acuerdo del día de las multas en la Giraldilla en el que fuimos a ver Warhammer y a comprar magic... Dios, aquel día yo creo que fue el primer día o de los primeros en los que bebí alcohol. Con un poco de cerveza ya iba borracho xD... Los calzoncillos tienen que estar en el pueblo, los he buscado, pero no los encuentro... lo que si encontré fue un montón de cartas, un bolígrafo gris ^^, y dos fotos, una tuya en blanco y negro... y otra en color de los dos, esa es tuya, y tiene que estar en tus manos. No voy a añadir mas, pero... que sepas que aún falta una cosa por escribir, es el helado... Todavía falta el helado, helado por frío de la distancia, poco contacto, pero aún así, muy dulce. Besos Basi